Pocos objetos transmiten tanta fuerza visual como un par de altavoces de suelo. Si han sido diseñados y terminados con esmero, pueden considerarse tanto una pieza de mobiliario como un sistema de altavoces en la misma medida.
En esta guía descubrirás qué son los altavoces de suelo, las especificaciones más importantes que deben tener y cómo adaptarlos a tu espacio para que puedas obtener el sonido que quieres sin gastar de más.
¿Qué son los altavoces pasivos de suelo?
Los altavoces pasivos de suelo son equipos verticales y autónomos pensados para ponerse directamente en el suelo, a diferencia de los de estantería, que requieren soportes o baldas. Se les llama “pasivos” porque necesitan un amplificador externo o un receptor AV que les suministre la potencia.
En comparación con los modelos de estantería pequeños, los de suelo suelen tener las siguientes características:
- Disponen de cajas acústicas más amplias que pueden incluir transductores más grandes o varios de ellos.
- Proporcionan bajos más intensos y un escenario sonoro más amplio.
- Llenen salas más grandes con mayor facilidad sin distorsión a volúmenes altos.
La diferencia más obvia entre ambos es física, ya que un altavoz de suelo está diseñado para ponerse en el suelo en lugar de colocarse en una balda o tener su caja apoyada en un soporte.
Una caja acústica más grande permite utilizar transductores de mayor tamaño y, a veces, en mayor cantidad. Si has leído nuestra guía para comprar altavoces sabrás que “transductores más grandes = mayor movimiento del aire”, lo que también significa “mayor escala” y “graves más profundos”. Si lo que buscas es un sonido potente con una verdadera extensión de graves y tu sala ofrece el espacio necesario para que estos altavoces de mayor tamaño trabajen correctamente, un altavoz de suelo podría ser la opción perfecta para ti.
Precio
Si bien no es necesario invertir en soportes, la brecha de precio entre los altavoces de suelo y los de estantería puede resultar excesiva, aunque hay razones sólidas para ello.
No hay duda de que para construir una caja acústica de un metro de altura o más se necesitan más materiales. Al contar con un volumen interno mayor, es fundamental que el diseño sea preciso para prevenir ondas acústicas problemáticas dentro del recinto. Si no se controlan, estas ondas pueden entorpecer el rendimiento de los transductores y provocar resonancia en la caja acústica. Para contrarrestar este efecto, los fabricantes incorporan refuerzos estructurales y sistemas de amortiguación interna, lo que supone un coste adicional.
Además, está el gasto adicional de transductores más grandes y numerosos.
Los altavoces de suelo básicos cuestan entre 430 y 600 euros el par y los de gama media entre 860 y 2.600 euros. Los modelos de gama alta con refuerzos avanzados en el gabinete y transductores de alta calidad pueden superar fácilmente los 4.300 euros.
Adaptación del tamaño de los altavoces al tamaño de la sala
Los altavoces más grandes que pueden mover mucho aire y crear un escenario sonoro a gran escala necesitan un espacio relativamente grande para funcionar correctamente. De lo contrario, las ondas sonoras se reflejarán demasiado rápido en las paredes y crearán desequilibrios. Sin duda, lo que todos queremos es precisión, enfoque estéreo y una escena sonora creíble, pero nada de esto es posible si el altavoz es demasiado grande para la habitación.
No olvides que los altavoces funcionan mejor cuando tienen espacio libre, por lo que debes evitar poner los altavoces de suelo en una esquina o demasiado cerca de las paredes, también deberías tener en cuenta los puertos de graves al planificar la colocación.
- Habitaciones de menos de 19 metros cuadrados → Lo ideal es elegir altavoces de suelo más pequeños y con cajas acústicas más estrechas.
- Habitaciones de 23-37 metros cuadrados → Lo habitual es que baste con unos altavoces de suelo estándar con woofers de 6–7 pulgadas.
- Habitaciones de más de 37 cuadrados → La mejor opción son los modelos con múltiples transductores grandes, entre ellos los específicos para subgraves.
Deja al menos 30-60 cm de espacio libre desde las paredes traseras y laterales para obtener la mejor imagen sonora.
Qué esperar de la respuesta de frecuencia
En cuanto a sensibilidad, impedancia y distorsión, los altavoces de suelo comparten las mismas reglas que los modelos de estantería, pero donde destacan es en la respuesta de la frecuencia.
Todo altavoz debería alcanzar los 20 kHz en la parte superior de su rango de frecuencias, el cual es el límite del oído humano, pero los transductores más grandes son los únicos que pueden descender por debajo de los 50 Hz.
La capacidad de bajar hasta los 20 Hz en graves solo la ofrecen los altavoces de suelo más exclusivos. Aun así, un altavoz de calidad debería llegar al menos a los 40 Hz para generar graves potentes.
- Agudos: todos los modelos alcanzan los 20 kHz.
- Bajos: elige altavoces que alcancen al menos 40 Hz (-3 dB). Los diseños premium pueden llegar hasta los 25-30 Hz.
- Sensibilidad: un rango de 88–90 dB es lo habitual, cualquier valor por encima de 90 dB será más fácil de amplificar.
- Impedancia: la impedancia habitual es de 8 ohmios; en cambio, los altavoces de 4 ohmios pueden exigir un amplificador con mayor potencia.
Compatibilidad con el amplificador
Como los altavoces de suelo normalmente tienen varios transductores y valores de impedancia más bajos, podrían necesitar una potencia mayor por parte del amplificador que los altavoces de estantería. Adaptar la potencia de salida del amplificador a los requisitos del altavoz es fundamental para evitar la distorsión y sacar el máximo partido a los transductores.
Elige un amplificador que ofrezca al menos 75-150 vatios por canal a 8 ohmios para la mayoría de modelos de altavoces de suelo de tamaño medio. Si tus altavoces bajan a 4 ohmios, asegúrate de que tu amplificador sea estable a 4 ohmios y pueda suministrar una potencia limpia y sin tensiones.
Opciones de bicableado y biamplificación
Muchos altavoces de suelo tienen conectores dobles que permiten el bicableado (separar las vías de señal de graves y agudos) o la biamplificación (utilizar dos amplificadores para gamas de frecuencias distintas). Si bien no son esenciales, estas funciones pueden ofrecer mayor flexibilidad y, en algunos casos, un mejor rendimiento.
Incluso si por el momento no planeas bicablear o biamplificar, disponer de esa posibilidad convierte tu compra en una inversión más duradera.
Calidad de la caja acústica
El tamaño de los altavoces de suelo hace que la calidad de los materiales de la caja acústica sea algo especialmente importante. Las cajas acústicas de mala calidad estructural pueden resonar y alterar el timbre con una coloración no deseada. Busca refuerzos sólidos en las cajas, paneles de MDF gruesos o madera compuesta y materiales de amortiguación en el interior.
Los modelos de alta calidad suelen utilizar MDF de al menos 18-25 mm de grosor, con refuerzos internos para reducir la vibración de los paneles. Algunos altavoces de gama alta utilizan materiales laminados o compuestos para lograr una rigidez adicional.
Estética y acabado
Como los altavoces de suelo son más grandes y destacan más en las estancias, su diseño y acabado son más importantes que los de los altavoces de estantería pequeños. Lo recomendable es elegir acabados en chapa de madera, laca o pintura que encajen con tu espacio, sobre todo si los altavoces van a ocupar un lugar destacado.
Los acabados en madera oscura y negro mate son más clásicos, mientras que los acabados brillantes o chapados más exóticos suelen encontrarse en los modelos de gama alta.
Integración con los subwoofers
Aunque los altavoces de suelo alcanzan graves más profundos que los de estantería, algunos usuarios siguen optando por añadir un subwoofer para cine en casa o en salas muy grandes. Los altavoces con graves definidos y controlados permiten una integración más homogénea.
Si tus altavoces de suelo ya alcanzan de forma nítida los 35–40 Hz, es posible que no necesites un subwoofer para la música. No obstante, para un cine en casa, lo ideal es combinar un altavoz de suelo con un subwoofer que alcance los 20 Hz.
Otros detalles a los que deberías prestar atención
En un altavoz de suelo, la extensión de los graves es un factor clave, pero el control que tenga de ellos es igual de determinante. Sin un control adecuado, los graves tienden a desdibujarse y perder precisión, lo que provoca ritmos lentos y poco definidos.
La diferencia entre un altavoz que puede expresar con precisión el “inicio” y el “fin” de las notas graves y otro que no puede hacerlo es enorme. Los graves controlados hacen que la música resulte natural y envolvente y evitan que las grabaciones complejas suenen difusas.
Aparte del bajo, fíjate en lo siguiente:
- Nivel de detalle: ¿los instrumentos de fondo más sutiles se perciben con claridad?
- Rango dinámico: ¿el altavoz puede pasar de sonidos suaves a crescendos potentes sin problemas?
- Amplitud y profundidad de la escena sonora: ¿el sonido parece expandirse por la habitación o parece limitado entre los altavoces?